Andrés en el país de las maravillas
Alicia tiene veintidós años pero le faltan quince. Es retardada y se expresa como una niña de siete. Hace dos meses, sus padres, después de mucho andar por hospitales y países, decidieron contratar a un rehabilitador personal: Andrés, terapeuta especializado en el ejercicio de la paciencia.
Desde entonces, ambos pasan mucho tiempo juntos y despliegan una rutina que incluye el desarrollo del lenguaje, la matemática y el esquema corporal.
Alicia interrumpe demasiado pero Andrés pone paciencia.
A veces Paciencia se cansa y sale a correr, mientras ella sigue el trote con la mirada hasta perderlo.
Un viernes sacaron el perímetro de la plaza que, multiplicado por ocho, da como resultado casi el mismo perímetro que la casa del campo.
- Ay Andrés, ¡ qué grande es la casa del campo!, ¿vamos a poder darla vuelta como a la plaza?
Retardo y Paciencia juegan, crecen juntos. El día que lograron un perfecto reconocimiento de los colores primarios, el sol fue amarillo, el cielo azul y las bocas de ambos, rojas. No hicieron falta años ni maduración, Retardo y Paciencia tuvieron su premio.
Fin
2 comentarios:
Qué bello homenaje a tantos Andresess y Aliciasss!
Esta historia de la que hacés poesía no me es ajena, y me hace recuperar hermosos recuerdos, de tantas otras historias semejantes.
En fin, son todos los mismos intentos de seguir apostando a la vida... y que el cielo se pueda pintar de violeta, y que los perros sean verdes, y la risa de azul furioso... porqué no?
Felicitaciones y gracias de nuevo.
Un abrazo.
Gracias Despistada. Me alegra que las historias pequeñas te despierten colores...a mi me da gusto escribirlas.
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