La piel nació con ella y van juntas desde hace cuarenta y cinco años. Años. Pero Vera no saca esas cuentas cuando sale a comprar el pan y los ajíes y debe acordarse de pagar la factura de gas mientras cruza la calle con el semáforo verde. Verdes también los ajíes pero marrón la piel.
Con la piel puesta, la vida transcurre para Vera a las seis de la mañana de los lunes y de los martes y de los miércoles... Cada día hay alguien que ni siquiera nota el detalle de que su piel es larga, el detalle de que esa piel la envuelve y la traslada. El jueves, sin ir más lejos, no hubo ni hombre ni mujer, ni joven ni viejo, ni nadie, que señalara que en esa piel de cuarenta y cinco se puede uno echar a dormir.
Y si es verdad que cada observación puede ser una palabra, que cada palabra puede ser un discurso para relatar la historia, la piel es ese dato que te la cuenta a Vera. Vera verde no, Vera de piel marrón.
Con la piel puesta, la vida transcurre para Vera a las seis de la mañana de los lunes y de los martes y de los miércoles... Cada día hay alguien que ni siquiera nota el detalle de que su piel es larga, el detalle de que esa piel la envuelve y la traslada. El jueves, sin ir más lejos, no hubo ni hombre ni mujer, ni joven ni viejo, ni nadie, que señalara que en esa piel de cuarenta y cinco se puede uno echar a dormir.
Y si es verdad que cada observación puede ser una palabra, que cada palabra puede ser un discurso para relatar la historia, la piel es ese dato que te la cuenta a Vera. Vera verde no, Vera de piel marrón.
2 comentarios:
Sí, la piel es esa parte de nosotros donde las historias de nuestra vida se van grabando con signos diferentes a las plabras, no siempre la gente sabe leernos. Buen relato. :P
Algunas mujeres de 45 tenemos la piel verde, verde oliva, verde mate. Ahora me parece lindo...
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