El nos rodea,
nosotros lo rodeamos,
ellos lo rodean,
nosotros lo rodearemos,
él nos rodeará.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo. Un pueblo chiquito que tenía una estación de ferrocarril y enfrente, una farmacia. En esa farmacia se conseguían caramelos de miel y ungüentos para las picaduras de arañas. También allí vivían cuarenta y tres canarios, dos cardenales más tres cotorras celestes. A la estación de trenes la atendía Bigotes (mi papá) y a la farmacia Ojos Verdes (mi mamá).
De afuera hacia adentro lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa de paredes gruesas y piso de pinotea. En la cocina de esa casa había una estufa a leña y una caja fuerte de bronce con las iniciales: FEMESA. Se cocinaba puchero de gallinas, huevos fritos con arroz y revuelto de tocino.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje azul. Un traje de pantalón, chaqueta y una gorra con visera de plástico duro, también azul. Azul marino. Siempre llevaba un pañuelito en el bolsillo trasero del pantalón y un peine de dientes finos en el bolsillo de adelante. Impecable.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje, lo rodeaba un cuerpo ancho, con una espalda erguida que le daba porte de actor. Era actor mi papá. Empleado de ferrocarril y actor de obras de teatro que se ponían en escena en los circos. Así combinaba la actividad de cambista relevante, de estación en estación, de pueblo en pueblo, de acuerdo fuera el circo.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje, lo rodeaba un cuerpo, lo rodeaba un corazón. Un corazón sencillo, inocente, grande. Tan sencillo, tan inocente, tan grande que hace poco dejó de funcionar. Tan, tan, talán, talán.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje, lo rodeaba un cuerpo, lo rodeaba un corazón, lo rodeamos todos y eso es todo mi papá.
nosotros lo rodeamos,
ellos lo rodean,
nosotros lo rodearemos,
él nos rodeará.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo. Un pueblo chiquito que tenía una estación de ferrocarril y enfrente, una farmacia. En esa farmacia se conseguían caramelos de miel y ungüentos para las picaduras de arañas. También allí vivían cuarenta y tres canarios, dos cardenales más tres cotorras celestes. A la estación de trenes la atendía Bigotes (mi papá) y a la farmacia Ojos Verdes (mi mamá).
De afuera hacia adentro lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa de paredes gruesas y piso de pinotea. En la cocina de esa casa había una estufa a leña y una caja fuerte de bronce con las iniciales: FEMESA. Se cocinaba puchero de gallinas, huevos fritos con arroz y revuelto de tocino.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje azul. Un traje de pantalón, chaqueta y una gorra con visera de plástico duro, también azul. Azul marino. Siempre llevaba un pañuelito en el bolsillo trasero del pantalón y un peine de dientes finos en el bolsillo de adelante. Impecable.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje, lo rodeaba un cuerpo ancho, con una espalda erguida que le daba porte de actor. Era actor mi papá. Empleado de ferrocarril y actor de obras de teatro que se ponían en escena en los circos. Así combinaba la actividad de cambista relevante, de estación en estación, de pueblo en pueblo, de acuerdo fuera el circo.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje, lo rodeaba un cuerpo, lo rodeaba un corazón. Un corazón sencillo, inocente, grande. Tan sencillo, tan inocente, tan grande que hace poco dejó de funcionar. Tan, tan, talán, talán.
De afuera hacia adentro, lo rodeaba un pueblo, lo rodeaba una casa, lo rodeaba un traje, lo rodeaba un cuerpo, lo rodeaba un corazón, lo rodeamos todos y eso es todo mi papá.
*Mi papá Bigotes cuando era un joven actor.
*El 15 de enero cumpliría 83 años, pero hace tres que se murió y yo lo extraño.
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