Virginia se murió en el medio de la vida. Tenía una boca impúdica, manos blancas y una intuición capaz de sorprender.
El sorprendido más, el más de todos sorprendido fue Rafael.
Estaba justo en trámites de seducirla. Trazaba un plan, copiaba todos los movimientos mientras le iban creciendo las ganas y el deseo.
Pero no pudo llegar, nunca cazó sus manos blancas.
Ni esa boca virginia, esa boca Virginia que no lo deja dormir.
Llora.
El pobre Rafael llora y se lamenta "…nunca le dije de mi amor; nunca termino nada" . Llora. Nunca. Rafael. Termina.
Termina, Rafael. Ella tenía una intuición capaz de sorprender.
Fin
* En la foto Rita Haywort (h). Del album by Lucía
2 comentarios:
Los mejores amores, por mucho, son aquellos que permanecen intocables, aquellos a los que ni siquiera el tiempo puede corromperlos un poco, los amores imposibles, los platónicos, los que saben a comida china: agidulce. Así es. Los otros pobres amores son mayugados por la realidad, por las implacables pezuñas del paso de los días que los van moliendo hasta convertirlos en algo, que finalmente ya ni siquera podemos reconocer.
Rita es Hayworth, con h al final, es una especie de z, de t entredientes, uno de los pocos sonidos lindos que tiene -a mi gusto- el inglés. Se llamaba Margarita Hayworth, como la abu.
Re linda la minúscula. Me gustan mucho tus minúsculas de amor.
Besos, tu nena.
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