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martes, 28 de octubre de 2008

Jardin de paz: (minúscula con solo de batería)




Apenas rubia, apenas alta, apenas penas Marisa iba al cementerio a llevarle flores a su papá. No le gustaba nada esa actividad y estaba convencida de que a él, tampoco le gustaban las flores pero…era tranquilo el lugar. De lejos, se veían los colores y las mezclas de plástico y perfume sobre las tumbas. Mucho verde, mucho pino, mucho eucaliptos. Se llegaba por una ruta llena de árboles de hojas redondas y loros. Se le hizo una costumbre. Sin querer queriendo.
Marisa no tenía trabajo pero se las rebuscaba haciendo arreglos de costura, prendas para los niños, bordados a máquina…no le venía mal estirar las piernas y cada tarde, hacer la caminata hasta el cementerio.
No tenía hermanos y casi no le quedaba familia. Su papá la había criado solo después de que su mamá-a la que ya no recuerda, (o no quiere recordar)- se había ido con un trapecista del circo de los Hermanos Miranda. Piruetera. Aventurera. Valiente. Se escribía con una prima- Marisa, no la madre- y todos los años se prometían un encuentro pero ninguna de las dos viajaba.
Ayer consiguió unos jazmines- Marisa, no la prima- blancos, frescos, muy perfumados- los jazmines, no Marisa- que ya quisiera yo(ya ya) (yo yo) tener en mi escritorio. Son esa clase de flores que te llevan hasta el mismísimo bosque donde se perdieron Hansel y Gretel o a los jardines del palacio de Sissí Emperatriz pero no eran para mí, eran para llevarle al papá. Parapa pá. Parapa pá. Parapa pá. Pim. Pam. Pá. Paparapa pa pá.

Y tanto va ella al cementerio y tanto conversa con Julián que le da agua para sus flores que le presta un rastrillo que le cuenta de su padre que está allá en aquella tumba blanca que le promete llamarla si ve que los jazmines que no duran nada se marchitaron antes de tiempo que le cuida la bicicleta cuando Marisa va en bicicleta porque cuando va caminando no que le convida pasteles con almíbar y se pegotean los dedos y se ríen que le explica que debajo de los pinos crecen hongos que son ricos para comer y tanto y tanto apenas penas que para el viernes la invitó a almorzar.
Marisa y Julián. Pim pam. Para pam pam pá.
* En la foto el mar de Cariló

5 comentarios:

Anónimo dijo...

... ay! qué hermosas...!
la historia y vos!


gracias por darle tritris a mi lunes empantanado!

cascabelito

Especialista en cosas dijo...

Qué linda historia!
Siempre que paso me quedo sorprendida con tus hermosas palabras. Sabés escribir muy bien.
Saludos!

Adriana Lis dijo...

Gracias , muy amables chiribin pum pin páfate pum pum chaca chin chin!!!!

Anónimo dijo...

te hizo bien el viaje, la historia es deliciosa.

Anónimo dijo...

me pasa algo con los jazmines, los huelo y siento la necesidad de morderlos, comerlos y que el aroma se me escurra.
Por eso opté por hacer té.
Con petalos flotando en la superficie.



Ya me siento en octubre.