Miró el cielo de Sao Pablo y pensó que casi se parecía al de Buenos Aires. En realidad, pensó en ella y auque sabía que no estaba allí, ese cielo le trajo su recuerdo. Cada mañana muy temprano, Octavio dedica dos horas rigurosas a escribir su tesis, y rara vez permite un pensamiento diferente. Es consciente de que su cabeza tiene iguanas, sapos y culebras, pero también guarda mariposas, y extraños seres de alas transparentes. Esa música, ese rocedepétalodebichodepatas, se lo llevó hasta el final de su tiempo demañanadetesisdetrabajo, para pensar en ella. Ella qué quién sabe; ella que parpadea en el mismo momento; ella que lo abrazó dos veces en endospaísesendosencuentros, que fueron suficientes. Para alejarse, Octavio acude a una culebra y en realidad Buenos Aires de alto solo es techo y no cielo….Pero nada funciona. Ella ha vuelto a parpadear y el amor cruza países y destinos. Perdido. Perdido se abandona y se deja. La recuerda con plenitud y abre a su pelo, a su estatura, al calor de los abrazos, a esa boca…Ya la recuerda entero, Octavio, completamente entero y tomado por el cielo de San Pablo le escribe: Estás acá, en mí y te recuerdo, quiero saber saber saber… ¿de qué otro modo puedo amarte?
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