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* Ediciones Orillera es un sello de autor (2009) con el que llevamos publicados diez libros. Podés pedirlos aquí orillera@gmail.co o al teléfono +549 2954 614932

* Literatura infantil y juvenil

viernes, 28 de septiembre de 2012

Una flor en la ventana


Cada día le deja una flor en la ventana. A veces la trae de su jardín, otras veces la roba por el camino pero nunca nunca se olvida. Las preferidas son las violetas porque la planta de su casa está muy grande, su flor es noble, perfumada y se mantiene fresca mucho tiempo. También puede ser que le deje un narciso o una margarita. Las margaritas son tan bellas. El martes arriesgó y dejó una marimonia. El tema de las marimonias es que tienen pétalos demasiado finos y no sea cosa que hasta que él abra y la tome para ponerla en agua, ya esté marchita. Por las dudas no repitió.
Eva tiene una casita de barrio con un jardín abarrotado de cosmos, geranios, dalias y mucho verde de flores populares y baratas. Vive sola y trabaja clasificando botones según el agujero, en una mercería del centro. Hasta allí va cada día siguiendo el mismo camino. El camino que pasa enfrente de esa ventana. Lo vió salir dos o tres veces, alto, moreno, levantandosé el cuello de la gabardina y ni siquiera sabe su nombre. Poco. Poco y nada sabe de él y de su vida pero a Eva no le importa. Uno puede imaginarlo todo a partir de un gesto; inventar mil historias que ni siquiera se escriban. Eva, yo ... ya somos dos que pueden prescindir de las palabras y dejar, simplemente, una flor en la ventana.

* En Menta. Ediciones Orillera 2009

martes, 18 de septiembre de 2012

Amparo de circo


Amparo nació en el circo: parto fácil y con pirueta de su mamá trapecista. El padre, administrador y domador de tres tristes tigres. La carpa de colores rodó, rodó por todo el mundo con su magia, su música y las jaulas olorosas de los animales. La tía Matilde, encargada de presentar cada número con voz de locutora, cuidaba de Amparito y transmitia (lé) su disgusto por tener animales: Le digo a tu papá que no está bien, que por qué no ponemos luces nuevas, aguas que bailen, en vez de adiestrar esos bichos que mejor estarían en ¡la selva!... El elefante Mario me mira y sufre, yo lo sé. Así asi así chiribín pin pin...pasa el circo por pueblos y ciudades. Por los años de los años. Pasa, hasta que un día en el que Matilde y Amparo salen a pasear con Mario, el cielo se pone rojo encima de la carpa. Luminosas lenguas consumen pasto, tablas, casillas, payasos...todo, todo se hace carbón finito por el aire y todo-nada queda. Ululan las sirenas de los bomberos, las lágrimas de miles de ojos de vecinos de la ciudad, más las mías- que estoy viviendo la historia- apagan el incendio. El elefante Mario ayuda con su trompamanguera mientras Amparo y tía se perplejean mirando. Rojo, rosa, naranja, verde, celeste, blanco, negro, gris, gris, gris... y en tanto se reflejan todos los colores, el corazón Matilde se detiene pa ra (aah) siem pre (ehhsshh).
No queda nadie más. Amparo, el elefante y esos mundos de circo que andan por ahí.

*En Minúsculas. 2010